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UN POCO DE HISTORIA.

El pueblo y santuario de San Juan de Ortega surgen en la historia en el segundo decenio del siglo XII. Precisamente cuando un noble castellano llamado Juan que nació en Quintanaortuño (Burgos) en el año 1080, decide por motivos religiosos retirarse a la soledad de los Montes de Oca.

En el año 1094, contando con 14 años y preparándose para la carrera eclesiástica (vocación que poco le cuesta descubrir) conoce en Burgos al que será su maestro: Santo Domingo de la Calzada.

Juan actúa como discípulo de Santo Domingo en las obras materiales (construcción de puentes, hospitales…) y espirituales a favor de los peregrinos.

Fue nombrado sacerdote hacia el año 1106 por el obispo don Pedro Názar.

Peregrina a Jerusalén en el año 1114. En su viaje de regreso una tempestad amenazaba con el naufragio del barco en el que se desplazaba. Juan imploró al Señor por intercesión de San Nicolás de Bari que salvara sus vidas librándoles de la tormenta y a cambio prometió la creación de una ermita en honor a San Nicolás.

De vuelta y con intención de realizar su obra, Juan buscó el sitio adecuado para tal fin. Se trataba de un lugar solitario llamado Ortega (de quien tomó el nombre), situado en los Montes de Oca, en donde primaba una fuerte vegetación.

Una vez instalado, con el auge de las peregrinaciones y la proximidad del Camino de Santiago que le impulsa a dedicar sus esfuerzos hacia los peregrinos. Junto a la capilla levanta un pequeño albergue donde estos pueden hospedarse. Las obras de caridad y sus virtudes pronto le dieron fama y los peregrinos comienzan a desviarse de su ruta natural para desviarse a Ortega para beneficiarse de su hospitalidad.

En 1142 le conceden el realengo de Ortega, es decir los montes situados en los términos de Ortega de Arriba y Ortega de Abajo que pertenecían a la Corona y que en adelante se convierten en la base del patrimonio señorial monástico.

 

Crea una comunidad de Canónigos Regulares que se mantuvo hacia el siglo XV. En el año 1434 vuelve a renacer la vida monástica, después de un periodo de decadencia, con la implantación de una comunidad de monjes Jerónimos que perdura hasta la desamortización de Mendizábal del siglo XIX.

 

San Juan de Ortega fallece en Nájera en el año 1163 y es enterrado en la capilla de San Nicolás construida por el mismo.

Los monjes abandonan el lugar quedando como párroco el último prior del monasterio, Miguel Moraza. Desde 1962 está bajo el Patronato del Cabildo Metropolitano de Burgos.

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